A LA VIRGEN DE LA ESPERANZA
Reflejos verdes y plata en los varales
que brillan en la noche nazarena,
reflejos de pasión y luna llena que ahondan en silencios sepulcrales.
Por tus ojos cual límpios cristales
se derrama ese cáliz de condena, con filos de pesar de llanto y pena
que matan sin piedad como puñales.
Laceradas las rosas encendidas
en tu pálida faz, por su agonía
tu belleza se torna en alabanza.
Y las gentes de Cuenca compungidas,
con fe y con fervor, Virgen María,
comparten tu dolor y tu Esperanza.
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